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jueves, 21 de octubre de 2010

HIMNO “Dies Iræ”, DE LA MISA DE DIFUNTOS

El “Dies Iræ” se trata del Juicio Universal que Dios hará a vivos y muertos al fin del mundo (Juicio Final,  de Hans Memling)

Dies Iræ (Día de la ira) es un famoso himno latino del siglo XIII atribuido al franciscano Tomás de Celano (1200-1260), amigo y biógrafo de San Francisco de Asís. También se han considerado como posibles autores al Papa San Gregorio Magno, San Bernardo de Claraval o los monjes dominicos el beato Humberto de Romans y el cardenal Latino Malabranca dei Frangipani. Suele considerarse el mejor poema en latín medieval, y difiere del latín clásico tanto por su acentuación (no cuantitativa) como por sus líneas en rima. El metro es trocaico. El poema describe el día del juicio, con la última trompeta llamando a los muertos ante el trono divino, donde los elegidos se salvarán y los condenados serán arrojados a las llamas eternas. Este himno se usa como secuencia en la Misa de Difuntos.
   

LATÍN
Dies iræ, dies illa
Solvet sæclum in favílla:
Teste David cum Sibýlla.
 
Quantus tremor est futúrus,
Quando judex est ventúrus,
Cuncta stricte discussúrus!
 
Tuba, mirum spargens sonum
Per sepúlcra regiónum,
Coget omnes ante thronum.
  
Mors stupébit et natúra,
Cum resúrget creatúra,
Judicánti responsúra.
 
Liber scriptus proferétur,
In quo totum continétur,
Unde mundus judicétur.
  
Judex ergo cum sedébit,
Quidquid latet, apparébit:
Nil multum remanébit.
 
Quid sum miser tunc dictúrus?
Quem patrónum rogatúrus,
Cum vix justus sit secúrus?
 
Rex treméndæ majestátis,
Qui salvándos salvas gratis,
Salva me, fons pietátis.
 
Recordáre, Jesu pie,
Quod sum causa tuæ viæ:
Ne me perdas illa die.
 
Quærens me, sedísti lassus:
Redemísti Crucem passus:
Tantus labor non sit cassus.
 
Juste judex ultiónis,
Donum fac remissiónis
Ante diem ratiónis.

Ingemísco, tamquam reus:
Culpa rubet vultus meus:
Supplicánti parce, Deus.
 
Qui Maríam absolvísti,
Et latrónem exaudísti,
Mihi quoque spem dedísti.
 
Preces meæ non sunt dignæ:
Sed tu bonus fac benígne,
Ne perénni cremer igne.
 
Inter oves locum præsta,
Et ab hœdis me sequéstra,
Státuens in parte dextra.
 
Confutátis maledíctis,
Flammis áctibus addíctis:
Voca me cum benedíctis.
 
Oro supplex et acclínis,
Cor contrítum quasi cinis:
Gere curam mei finis.
 
Lacrimósa dies illa,
Qua resúrget ex favílla
Judicándus homo reus.
 
Huic ergo parce, Deus:
Pie Jesu Dómine,
Dona eis réquiem.
Amen.

TRADUCCIÓN
Día de la ira, aquel día
En que los siglos se reduzcan a cenizas;
Como testigos el rey David y la Sibila.
   
¡Cuánto terror habrá en el futuro
Cuando el juez haya de venir
A juzgar todo estrictamente!
   
La trompeta, esparciendo un sonido admirable
Por los sepulcros de todos los reinos,
Reunirá a todos ante el trono.
   
La muerte y la Naturaleza se asombrarán,
Cuando resucite todo lo creado
Para que responda ante su juez.
  
Aparecerá el libro escrito
En que se contiene todo
Y con el que se juzgará al mundo.
  
Así, cuando el juez se siente,
Lo escondido se mostrará
Y no habrá nada sin castigo.
  
¿Qué diré yo entonces, pobre de mí?
¿A qué protector rogaré
Cuando apenas el justo esté seguro?
  
Rey de tremenda majestad,
Tú que a los justos salvas de corazón,
Sálvame, fuente de piedad.
  
Acuérdate, piadoso Jesús,
De que soy la causa de tu calvario;
No me pierdas en este día.
  
Buscándome, te sentaste agotado,
Me redimiste sufriendo en la cruz
No sean vanos tantos trabajos.
  
Justo juez de venganza,
Concédeme el regalo del perdón
Antes del día del juicio.
  
Grito, como un reo;
la culpa enrojece mi rostro.
Perdona, Señor, a este suplicante.
  
Tú, que absolviste a Magdalena
Y escuchaste la súplica del ladrón,
Me diste a mí también esperanza.
  
Mis plegarias no son dignas,
Pero tú, al ser bueno, actúa con bondad
Para que no arda en el fuego eterno.
   
Colócame entre tu rebaño
Y sepárame de los machos cabríos
Situándome a tu derecha.
  
Refutados los malditos
arrojados a las llamas voraces
Hazme llamar entre los benditos.
  
Te lo ruego, suplicante y de rodillas,
El corazón acongojado, casi hecho cenizas:
Hazte cargo de mi destino.
  
Día de lágrimas será aquel renombrado día
En que resucitará, del polvo,
Para el juicio, el hombre culpable.
  
A ese, pues, perdónalo, oh Dios.
Señor de piedad, Jesús,
Concédeles el descanso.
Amén. 

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